El grito y la luna de sangre
C orría una noche de invierno, para ser exactos del 1 de agosto del 2013, las nubes convulsas arrastradas de un lado hacia el otro sobre la cordillera sur de la serranía ecuatoriana por vientos reacios y el tono rojizo del firmamento presagiaban una inminente lluvia, pero el posible chaparrón no detenía a los pobladores del recinto “El Grito” que armados de machetes, azadones y escopetas estaban arremolinados en torno al tanque de agua potable elevado que abastecía a las no más de 40 viviendas que formaban el caserío, cuya estructura metálica se erigía junto al imponente higuerón en donde “El pequeño hombre” (como le llamaban los gritorianos) fue avistado por última vez la noche anterior, cuando ocurrió el incidente. El incidente Clara, la muchacha cuasi quinceañera con una larga y lacia cabellera oscura como el ébano que se desplaza sobre su curvilínea y delicada espalda para culminar sobre una cintura diminuta la cu...