Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como historia de superación

Los dos eruditos y Enrique

“La felicidad no es un objeto a conseguir, sino un sendero por descubrir y recorrer”  Con esta sencilla frase planeo resumir la siguiente historia.  En la comarca Isa, en un remoto e inhóspito lugar, coexistían dos sabios maestros: Jacobs e Isaín  Eran de personalidades totalmente distintas:  Jacobs, era un anciano erudito, algo desaliñado, vivía humildemente, a orillas de un riachuelo que le proveía peces y árboles frutales circundaban su pequeña covacha, y servía para su subsistencia. Sin embargo, lejos de cualquier lógica él era tremendamente feliz dando consejos gratis a los aldeanos y escuchando el trinar de los pájaros en la mañana.  Isaín, era la antítesis de Jacobs, joven, bien parecido, de una excelente posición económica, gracias a la herencia de los padres y la “colaboración voluntaria” –como él decía- que le daba el pueblo a cambio de sus recomendaciones. Les extrañará un maestro tan joven como él, pero el conocimiento lo adquir...

El día que nació la felicidad

E ra un matrimonio joven que lo poseía casi todo, lo que pocas personas de su edad tenían: una lujosa casa, un auto para cada uno –último modelo-, una cuenta bancaria con varios ceros a la derecha, un próspero negocio y por si fuera poco el aprecio de familiares y vecinos por su generosidad.  Sin embargo, en medio de tanta opulencia y cariño, sentían que algo les faltaba, aquello que ni su dinero podía comprar: un bebé. Es que habían agotado todos los recursos científicos disponibles en aquel momento, pero nada les funcionaba y sentían que aquel niño anhelado era lo que les faltaba para ser realmente felices.  Pasaron varios años y fueron aún más florecientes económicamente y más queridos por su comunidad que al principio, pero seguía faltando el detalle, la cereza al pastel, como se diría en el argot popular.  Cierto día, estando ellos en su casa, se acercó un vagabundo lleno de harapos y hambriento con una enorme barba y un vetusto bastón de bambú. Les pi...

El maestro y la muchacha

E n un viejo reino, en un lugar del que ya nadie se acuerda; había un maestro muy sabio al que todos los aldeanos acudían para resolver sus inquietudes y problemas cotidianos.  En una tarde el maestro recibió la visita de una dulce jovencita, pero que a leguas se evidenciaba en su mirada perdida una depresión muy grande.  Hola maestro, saludó al sabio anciano y éste respondió con una sonrisa de aprobación la reverencia de la joven.  Estoy aquí –dijo ella–, porque mi corazón se siente agobiado con tantos problemas que han acontecido uno tras otro en mi vida; pero el más grande es que he perdido las ganas de salir adelante a causa de tantos golpes injustamente recibidos.  Calma -respondió el anciano- con una voz pausada, pero segura. Te contaré una pequeña historia:  El herrero se dirige hacia una rica veta de oro y extrae cantidades rústicas del precioso metal envuelto en medio de arena y otros elementos ajenos a él. Aparentemente lo que extr...

Incomunicación: El mutismo produce infelicidad

E n posts anteriores habíamos discernido sobre dos causas que nos coartan la felicidad: el resentimiento y la amargura, pero la tercera, no es menos importante, al contrario; es fundamental y se llama incomunicación, la cual hemos pasado casi todos en alguna etapa de nuestras vidas. Debemos entender la palabra incomunicación en su sentido más amplio, es decir; que ésta no es solamente la acción de no entenderse dos interlocutores al dialogar, sino el hecho mismo de no decir una sola palabra, lo que denominamos mudez o mutismo. Sin embargo, las dos acepciones de “incomunicación” causan infelicidad en tu entorno social. Por ejemplo: En una vecindad cohabitan 5 personas, cada cual en su respectivo departamento y viven amenamente compartiendo patio y tendedero, pero cierto día una de ellas utilizó el tendedero cuando no le correspondía, según el horario establecido previamente, y se inició una auténtica “batalla campal” entre dos inquilinos. El primero adujo que solicitó el cambio ...

El resentimiento: Tinieblas que oscurecen la felicidad

A pesar que la amargura va estrechamente relacionada con el resentimiento son dos términos muy diferentes, pues la amargura es un estado de ánimo de momentos y el resentimiento es un odio progresivo que la persona trae acumulado mucho tiempo en contra del prójimo. El resentimiento es una causa muy fuerte que impide transitar felices. Porque una persona resentida está llena de argumentos depresivos, rencorosos y ese espacio no deja lugar a la alegría y por ende a la felicidad. Este mal sentimiento aqueja, lamentablemente, a muchas personas y los carcome lentamente como el cáncer a su víctima, pero más peligroso y silencioso. Un individuo resentido es semejante a un envase que contiene ácido ¿Qué le sucede a un contenedor que tiene ácido en su interior? Exacto. Lo destruye. De la misma forma ocurre con el resentimiento, perfora ese precioso cuenco del ser humano que es el corazón.  El individuo resentido no vive: sobrevive. Tiene cuerpo y mente ocupados en lágrim...