El resentimiento: Tinieblas que oscurecen la felicidad


A pesar que la amargura va estrechamente relacionada con el resentimiento son dos términos muy diferentes, pues la amargura es un estado de ánimo de momentos y el resentimiento es un odio progresivo que la persona trae acumulado mucho tiempo en contra del prójimo.

El resentimiento es una causa muy fuerte que impide transitar felices. Porque una persona resentida está llena de argumentos depresivos, rencorosos y ese espacio no deja lugar a la alegría y por ende a la felicidad.

Este mal sentimiento aqueja, lamentablemente, a muchas personas y los carcome lentamente como el cáncer a su víctima, pero más peligroso y silencioso.

Un individuo resentido es semejante a un envase que contiene ácido ¿Qué le sucede a un contenedor que tiene ácido en su interior? Exacto. Lo destruye. De la misma forma ocurre con el resentimiento, perfora ese precioso cuenco del ser humano que es el corazón. 

El individuo resentido no vive: sobrevive. Tiene cuerpo y mente ocupados en lágrimas y rencor. Las lágrimas no le permiten ver el resplandor del sol, ni la felicidad natural de su sendero.

El camino de la felicidad tiende a ocultarse, cuando un ser humano está enceguecido por el resentimiento. Entonces lo que debe ser luz (felicidad) se transforma en tinieblas (resentimiento) y la víctima va por ahí destilando odio, en cantidades industriales.

Además un resentido no puede exhortar a otras personas para que caminen por y para la felicidad, porque un ciego que guía a otro, irremediablemente le hará caer –al igual que él- en un abismo.

Entonces el resentimiento poco a poco merma tu visión de felicidad y sólo te permite mirar piedras, en donde los individuos felices observan pilares para un castillo. 

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