En busca del Cronyx - Parte I


En el año 2514 a. C asciende al trono faraónico Menkaura, sucediendo a su padre Kefrén, pero en la línea de sucesión le correspondía ese honor a Gópulos, el primogénito bastardo de Kefrén, el cual realizó un pacto con Cronos, dios griego del tiempo, para retroceder a la época justo en la noche que tuvo un desliz con una cortesana y fue concebido Gópulos, cambiando el curso de la historia y por ende éste último desapareció en un portal abierto en el tiempo. 

Luego que Cronos concediera a Kefrén su ferviente deseo, le entregó al faraón moribundo una especie de piedra redonda y fulgurante, dentro de una caja, la cual poseía un grabado en lengua desconocida; explicándole que ese extraño objeto se llamaba Cronyx y representaba el portal del tiempo en donde se encontraba encerrado Gópulos, dejándole en claro que no volvería a ser abierta nunca más y debía esconderse en un lugar recóndito de Egipto. 

Entonces con su último aliento Kefrén alcanzó a dejar la caja en manos de su sirviente mayor, explicándole la situación planteada por Cronos. El sirviente, muy obediente a su amo, ocultó la caja celosamente en la propia tumba del faraón y trazó una suerte de mapa rudimentario, en caso de que algún miembro de la corte faraónica la reclamara. 

Cinco mil años transcurrieron desde aquel pacto entre Cronos y Kefrén. El planeta Tierra se encontraba sumergido en una profunda crisis nuclear y económica, sin que ningún ser humano pudiera descifrar el complejo sistema creado por ellos mismos. 

En medio de tanta hambruna, guerra y pobreza, los mercenarios amadores del oro (el dinero como papel había perdido su “valor” hace muchos cientos de años) a precio de sangre, surcaban a sus anchas un planeta anárquico. 

La riqueza estaba en menos del 0,001 % de la humanidad y los mecenas ponían sus tesoros a favor de cazadores de reliquias. 

Sin embargo, no todo era desesperanza en el planeta Tierra, pues en ella habitaba el egiptólogo Demetrius, un buen hombre, pero desesperado padre, por la rara enfermedad que asolaba a su hija y requería de un antídoto, que se encontraba casi extinto en una planta del sur de Egipto. 

Demetrius sabe que no cuenta con mucho tiempo para salvar a su pequeña y la única manera de obtener los medios necesarios es aceptando la propuesta de Crópulos, un despiadado mercenario que busca obsesivamente un objeto que le dará inmortalidad. 

La oferta de Crópulos es conseguir el antídoto para la hija de Demetrius y éste debe poner todos sus conocimientos para encontrar el preciado tesoro, que el mercenario espera hallar, para satisfacer sus más oscuros deseos. 

Crópulos le explica a Demetrius que él tiene un contacto muy eficaz para conseguir el antídoto y le da una pequeña muestra para que confiara en su palabra. El egiptólogo acepta el trato y reúnen las provisiones necesarias para emprender tan enigmática empresa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Causas del bajo índice de lectura en la población ecuatoriana

El análisis literario de la obra universal Crimen y Castigo

La mejor obra de Joaquín Gallegos Lara: Las cruces sobre el agua.