En busca del Cronyx - Parte III


Enseguida, Demetrius sin pérdida de tiempo, fue tras Dellas. Lo encontró y se escondió detrás de un arbusto sigilosamente, mientras éste martillaba con insistencia el mausoleo del faraón Kefrén. 

Pasaron un par de horas y Dellas logró su cometido. Irrumpió con fuerza, abrió el sarcófago y en un instante tenía en frente, el cuerpo momificado por 5.000 años de Kefrén. 

Como buen egiptólogo, Demetrius, no permitiría semejante profanación a la cultura e historia de la humanidad y salió desde su escondrijo, para impedir que Dellas cometiera tal barbarie. 

Sorprendentemente, Dellas no reaccionó de una manera violenta, al contrario, invitó a Demetrius que trabaje con él. 

Demetrius –que le hizo la promesa a Crópulos- accedió a las pretensiones de Dellas, para ganar tiempo e idear un plan en donde pueda obtener la reliquia y no faltar a su juramento, que además sanaría a su pequeña hija. 

Juntos sacaron con cuidado la momia y en la parte superior derecha del sarcófago, adherido y muy conservado se encontraba el estuche que contenía el Cronyx. 

Antes de proceder a abrir la caja, Demetrius sugirió a Dellas que debían primero traducir la inscripción delantera, porque podía describir algo de su contenido. Él respondió afirmativamente. 

Se empezó con la traducción y aunque era un poco confusa aquella lengua, Demetrius, dedujo que eran ideogramas desconocidos, pero con una base sólida de otros idiomas egipcios similares tradujo la siguiente leyenda: 

“Solo el tiempo es lo único seguro en la vida y no se puede hacer nada para detenerlo o cambiarlo, sin embargo, he hecho una excepción contenida en esta urna que liberará la venganza oprimida a quien ose vulnerar este sello. La única forma de cerrarlo es a través del alma pura que contenga la cura del Sur” 

Luego que Demetrius leyó la inscripción a Dellas, éste muy escéptico, le espetó un insulto seguido de que son solo simplezas de personas antiguas e ignorantes, haciendo caso omiso de la advertencia, pidiéndole que se retire, para que –según su pensar- la inmortalidad sea únicamente para él. Demetrius se alejó a una distancia considerable, no por temor a Dellas, sino porque su experiencia en el ramo, le decía que las advertencias o maldiciones egipcias rara vez fallaban y no querría dejar a su hija sin padre. 

Dellas, luchó para abrir el estuche, ya que el paso del tiempo había hecho mella en el sello y estaba muy apretado, pero al final se abrió. A continuación se observó una escena particularmente increíble; el cielo de aquel lugar se abrió, llenándose de rayos esplendorosos, una voz estruendosa se escuchó y una imagen oscura ascendió desde el fondo del cofre y la misma formó un ser descomunal y repugnante que se identificó como Gópulos. 

Dellas quedó congelado y petrificado, porque su alma, ni sus ojos soportaron, observar tan cerca, semejante acontecimiento. 

Gópulos se sintió libre y decidido a cobrar venganza, por tantos años de encierro. 

Encaró a Demetrius, dispuesto a cobrar su primera víctima, pero rápidamente él recordó el último fragmento de la inscripción en el estuche: .....”La única forma de cerrarlo es a través del alma pura que contenga la cura del Sur”. Entonces vino a su mente el antídoto (concedido por Crópulos), que era originario de una planta casi extinta del Sur de Egipto, solo que no sabía si su alma era pura como para destruir el mal. Arriesgando la vida de su hija, lanzó en las fauces de Gópulos el líquido, para salvar a una humanidad prácticamente perdida, sabiendo que seguramente perdería lo que más amaba en el mundo. Gópulos fue liberado de la injusta condena impuesta por Kefrén y descansó para siempre. 

Más tarde, Demetrius apesadumbrado, pero feliz de haber hecho lo que creía correcto, regresó hasta donde su hija y el Dios Verdadero premió la bondad de su alma y obró un auténtico milagro, curando a la pequeña. FIN.

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